PAULA ALMERARES

Pro Ópera – José Noé Mercado

“Presentarme en México fue un desafío”

Recuerdo que un día, a los 13 años de edad, me levanté y le dije a mis padres que quería estudiar canto”

Cuenta en entrevista la soprano argentina Paula Almerares, quien en 2007 visitó nuestro país para interpretar el papel de Liù, como parte de la producción monumental de la ópera Turandot que el Teatro Colón de Buenos Aires presentó en el Auditorio Nacional.

“Para mí, cantar significaba cantar ópera, pues era lo que
habitualmente escuchaba en casa. Mi madre ponía discos de
Victoria de los Ángeles y de Régine Crespin, quien en un aria
de La damnation de Faust me impactó en tal manera que quedó
en mi subconsciente y a partir de ahí algo hizo que decidiera
imprevistamente estudiar canto.” Almerares

Quien el pasado 6 de mayo, 18 días antes de la esperada reapertura formal del Teatro  Colón, participó en un concierto a puertas cerradas en el que se interpretó la Novena
sinfonía de Beethoven para los trabajadores de aquel coso lírico— ya había estudiado violín seis años, en buena medida porque pertenece a una familia de músicos por tres generaciones:

“Mi madre fue primera bailarina del Teatro Argentino. Mi padre tiene el Cuarteto de cuerdas Almerares —de 35 años de trayectoria a nivel nacional e internacional—, y mi hermana es solista de violonchelo”.

Igual que en aquella gira de Turandot en 2007, en la que estuvo en escena con un cantante azteca (el tenor José Luis Duval), durante mayo y junio de este año la soprano argentina compartió el escenario del Teatro Solís de Montevideo, Uruguay, con otro cantante mexicano: el barítono Ricardo López, en una producción
en la que protagonizó Lucia di Lammermoor.

Sobre su formación lírica y sus inicios, vuelve Paula Almerares:

“Mi maestra fue Myrtha Garbarini —gran cantante del Teatro Colón— y me perfeccioné en Francia, con la famosa repertorista Janine Reiss.

”Mi debut fue en el Teatro Argentino de la Plata como Musetta,
después de una audición. Ése fue mi debut en todo sentido, pues jamás había hecho un concierto ni siquiera con piano. En el Teatro Colón debuté tres años después, luego de una audición con el director de orquesta Julius Rudel, ya que había sido elegida por los directivos del teatro, como cover sin función, para el papel de Antonia de Les contes d’Hoffmann de Jacques Offenbach. Como la soprano del primer elenco no podía estar en el estreno de la ópera, Rudel quiso escucharme, pensando yo que era sólo para conocerme y sin saber que era para cantar la obra. Me preguntó desde la platea qué iba a cantar, y respondí: ‘Regnava nel silenzio’ de Lucia di Lammermoor. Canté y a los pocos minutos le dijo a los directivos que me quería a mí para la Antonia. Fue el gran sueño de mi vida, pues el Hoffmann era nada menos que Alfredo Kraus.

Ӄse fue el comienzo y el lanzamiento de mi carrera nacional e
internacional. Después realicé muchísimas óperas en el Colón,
entre ellas Manon, Don Pasquale, Falstaff, L’elisir d’amore, Ermione, Roméo et Juliette o La bohème, al lado de personajes como Renato Bruson, Sherill Milnes, Mirella Freni —ella como Mimì, yo como Musetta—, Nello Santi, Julius Rudel, Stanislaz Skrowaschevsky, Luis Lima, Raúl Giménez, Romano Gandolfi y tantos otros.”

Paula, ¿qué puedes decirnos sobre las características de tu voz?

Mis cualidades vocales son las de una soprano lírico con coloratura, con un color de voz mórbido y quizás hasta personal. Me siento bien en el repertorio lírico con coloratura en papeles como: Manon de Massenet, Juliette, Liù, Lucia, Violetta y en otros de óperas de Donizetti y Bellini. Creo que, además de lo vocal, en
mí se suma algo que hace que me sienta plena: lo interpretativo, ya que una vez que soluciono lo técnico, lo interpretativo es de suma importancia, porque para mí en eso consiste hacer ópera.

¿Qué tan importante fue para tu carrera el concurso Traviata 2000, que se hizo en Pittsburgh, Estados Unidos?

Ese concurso hizo que comenzara mi carrera internacional, pues tuve la gran oportunidad de ser dirigida por Lorin Maazel, con puesta escénica de
Tito Capobianco. Finalmente, fue ahí donde conocí a mi primer manager. Éramos 11 concursantes las que llegamos a la final y esa noche el jurado escuchó 11
veces las arias del primer y cuarto actos. Cuando salí a cantar, sólo pensé: “Que Dios ilumine este momento y que sea especial para todos”.

¿Qué otros momentos luminosos de tu carrera
tienes presentes?

Uno de los momentos más destacables fue cuando canté con Alfredo Kraus. Haber interpretado juntos ese acto de Antonia en Les contes d’Hoffmann fue
de tal magia que, al día de hoy, lo recuerdo yo y lo recuerda el público porque me marcó muchísimo. Por muchos años no pude cantar ese papel, porque me traía
recuerdos que pensaba que no se iban a repetir. Otro recuerdo increíble fue haber cantado con Plácido Domingo, en la reinauguración del Teatro Avenida de
Buenos Aires, y luego en Montevideo, en un estadio para 50,000 personas, donde cantamos los dúos de Faust y de El gato montés. Yo canté además el vals
de Roméo et Juliette y ‘O mio babbino caro’. Fue tan grande la energía que él emanaba como artista en el escenario que hizo que en un concierto avanzara en
años de estudio.
Esto generalmente me pasa siempre con monstruos de la lírica como Alfredo Kraus, Plácido Domingo o Sherrill Milnes. Por supuesto, compartir el escenario con Mirella Freni, intercambiar elogios y charlas, fue emocionante. Otro gran momento increíble para mí fue cuando debuté en el Metropolitan Opera, ya que después fui llamada tres años consecutivos para hacer Il barbiere di Siviglia y Benvenuto Cellini. Ser argentina
y haber tenido esta gran oportunidad me llenó de satisfacción, y saber que otras argentinas —como Delia Rigal, Adelaida Negri y yo— pisamos ese escenario, me emociona mucho.
De aquella gira internacional que hiciste a México en 2007 para participar en la producción de Turandot del Colón,

¿Qué recuerdo tienes?
Presentarme en México fue un desafío. Nunca había cantado en México, pero sabía de la exigencia del público y de la critica, por eso traté de dar lo mejor de mí, preparándome muchísimo para llegar al mejor resultado.
Fui acogida por el público mexicano de una manera generosísima y, a través de esta entrevista se lo agradezco, pues Liù fue, y es, para mí, uno de los roles que más mueven mis sentimientos.
Agradezco lo que me dieron y quisiera volver pronto a México. Deseo que así sea para seguir teniendo buenos recuerdos y acumulando experiencias tan fuertes como esa Liù.

Recientemente participaste en la Novena sinfonía de
Beethoven, en un concierto en el Colón, a puerta cerrada para
sus trabajadores.

¿Qué te hace sentir la inminente reapertura del teatro?

Me hace sentir que vuelvo a casa. Me remueve todos los momentos
en que estuve ahí y que estaré, pues lo siento mío. Ha significado
siempre mucho para mí y creo que como cantante nacional e
internacional es donde di los primeros pasos en mi carrera, y por
supuesto que así seguirá siendo.
Como cantante, mis planes y mis sueños son los de seguir y seguir. Recoger continuamente experiencias y autosuperarme constantemente, ya que eso es lo
que me mantiene viva artística y espiritualmente. El camino sigue y quiero estar ahí también por todos los que hacen que pueda hacer este trabajo maravilloso,
por los que me apoyan, y por el público.